Generalmente la historia social se ha ocupado de estudiar el modo en que los acontecimientos históricos del mundo afectan a la sociedad, pero en España desde la llegada de la democracia, muchos historiadores sólo han rescatado los grandes eventos políticos y sociales de la dictadura franquista, como de nuestra transición política, pero todavía quedaban importantes lagunas por investigar de cómo vivieron millones de españoles en los barrios periféricos de las grandes ciudades entre los años 50 y 70 del siglo pasado, que subsistieron en unas condiciones económicas y sociales muy precarias después de huir masivamente de la misera que sufrían en sus ciudades o en sus pueblos de origen, que tuvieron que emigrar para buscar mejores condiciones de vida, instalándose en la periferia de las grandes áreas metropolitanas, malviviendo durante años en infraviviendas; sin luz, agua, alcantarillado, sin trasporte público, sin centros de salud o colegios públicos, pero que gracias a su sacrificio, trabajo, esfuerzo y tesón, ayudaron a industrializar y modernizar nuestro país.

Este es el caso del barrio de Orcasitas en la zona sur de Madrid, que por medio de la biografía de uno de sus más importantes líderes vecinales como es Félix López-Rey, nos adentra en un documento histórico, sociológico y antropológico, que nos sumerge en la historia de miles de hombres y mujeres que se rebelaron contra la pobreza, la precariedad, las injusticias, o las desigualdades sociales, pero que a través de los movimientos sociales y la solidaridad que impulsaron colectivamente sus vecinos, cambiaron con el paso de los años la fisionomía del barrio en contraposición a otros barrios instalados tradicionalmente en el lujo y el confort, situados generalmente en la zona norte de la gran ciudad como sinónimo de orden, higiene, estabilidad o seguridad. Cotos cerrados de la burguesía madrileña que generalmente compartía y sigue compartiendo origen y trayectorias ligadas por lazos familiares, económicos y sociales, manteniendo un sistema de redes que perpetua su posición dominante, materializándose en una ciudad económica y socialmente polarizada.

A través de las páginas del libro “Orcasitas: Memorias vinculantes de un barrio”, podemos entender los orígenes de la acción social para aproximarnos a su evolución, que nos facilita entender la mentalidad humana a lo largo de las diferentes etapas de la historia del barrio desde el punto de vista de los más poderosos, como de los más desfavorecidos, porque combina su historia urbanística, económica y social que tradicionalmente se han quedado fuera del análisis histórico.

Los testimonios de decenas de personajes anónimos, pero protagonistas de la memoria del barrio salen a la luz, facilitándonos conocer el malestar social de sus vecinos como un problema de justicia y redistribución, pero también como un problema de reconocimiento y estima social de un barrio que sentía humillado y desposeído, pero que gracias a la dignidad, el civismo, el esfuerzo, la organización y lucha de sus vecinos, consiguieron construir las bases para realizar una reforma urbanística, social y política que transformó la fisionomía de Orcasitas desde el punto de vista funcional y estructural, facilitando con su constancia, tenacidad y persistencia, crear un proyecto innovador con la participación de sus residentes en la utilización del suelo, como en la construcción de sus viviendas con el control social sobre los arquitectos, realojando finalmente a sus pobladores en el mismo lugar donde estaban sus chabolas, que dio como resultado el disfrute de unos pisos nuevos y confortables en un barrio con los mismos equipamientos y servicios con los que contaban otros distritos de la ciudad.

Un modelo de participación ciudadana que se extendió a otros territorios de la periferia madrileña, que también consiguieron a través de las asociaciones de vecinos colaborar en el desarrollo de sus propios barrios, en la edificación de sus viviendas o en la distribución equitativa de los servicios urbanos, promoviendo la idea de una autogestión urbana apoyada con fondos públicos, que sirvió en su conjunto como experimento a otras muchas ciudades españolas para administrar eficientemente los recursos favoreciendo la convivencia y el bienestar de millones de ciudadanos.

La lectura del libro nos permite analizar una realidad social no como algo determinante, sino como fruto de un largo proceso donde las personas, las ideas, los discursos o los movimientos sociales han ido influyendo y configurando la acción social madrileña, explorando los cambios a través de la experiencia de la gente común y corriente, privilegiando las colectividades por encima de los individualismos, porque en su conjunto poseen historias significativas al haber desempeñado una función mayor de la que generalmente se les ha asignado históricamente para analizar el pasado, entender el presente y proyectar el futuro.

Un recuerdo vivo del Madrid de los años 70 que todos los españoles deberíamos conocer como modelo del esfuerzo vecinal, que transformó cultural y colectivamente el barrio popular de Orcasitas como ejemplo de desarrollo para enfrentarse con más garantías al siglo XXI en su morfología urbana, como en sus aspectos sociales, económicos y culturales.