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Una perspectiva del curso de vida: trayectorias y transiciones de los jóvenes en Colombia
A life course perspective: young people's trajectories and transitions in Colombia
Una perspectiva del curso de vida: trayectorias y transiciones de los jóvenes en Colombia
Ehquidad: La Revista Internacional de Políticas de Bienestar y Trabajo Social, núm. 17, pp. 79-100, 2022
Asociación Internacional de Ciencias Sociales y Trabajo Social
Recepción: 27 Septiembre 2021
Revisado: 15 Noviembre 2021
Aprobación: 16 Noviembre 2021
Publicación: 15 Enero 2022
Resumen: El objetivo del presente trabajo es describir desde la perspectiva del curso de vida, cómo se configuran las trayectorias de los jóvenes a través de la articulación entre la historia y la biografia haciendo énfasis en los cambios asociados con el significado de la familia y en la perspectiva económica acerca de cómo la creciente incertidumbre derivada del impacto de la globalización del mercado laboral, los cambios sociales y las transformaciones culturares, van determinando que los jóvenes dejen de experimentar las trayectorias lineales dejando en riesgo los actuales itinerarios y las identidades colectivas.
Palabras clave: Juventud, Educación Superior, Enfoque Curso de vida, Trayectorias, Transiciones.
Abstract: This paper aims to describe, from the standpoint of the life course, how young people's trajectories are shaped through the articulation between history and biography, emphasizing the changes associated with the meaning of the family and, from an economic standpoint, how the growing uncertainty resulting partly from the impact of the globalization of the labor market, social changes and cultural transformations, causing young people to stop experiencing linear trajectories, leaving current itineraries and collective identities at risk.
Keywords: Youth, Hight education, Life course perspective, Trajectories, Transitions.
1. Introducción
La pérdida de linealidad de las trayectorias de los jóvenes se ha convertido en un tema de investigación desde hace varios años, justamente por las incidencias en los aspectos económicos y sociales que determinan las decisiones de este colectivo en una sociedad, en términos de independencia y calidad de vida, que influyen significativamente en sus transiciones hacía la adultez.
En ese sentido, el objetivo del presente trabajo pretende describir desde la perspectiva del curso de vida cómo se van configurando las trayectorias de los jóvenes a través de la articulación entre la historia y la biografia enfatizadas en los cambios asociados con el significado de la familia y, desde la perspectiva económica cómo la creciente incertidumbre derivada en una parte por el impacto de la globalización del mercado laboral, los cambios sociales y las transformaciones culturares, va determinando que los jóvenes dejen de experimentar las trayectorias lineales dejando en riesgo los actuales itinerarios y las identidades colectivas.
Dicho lo anterior, las trayectorias de este colectivo cada vez son más complejas y diversificadas con una creciente incertidumbre propias de una sociedad dinámica y cambiante, lo que se traduce en un tránsito de la etapa de la juventud a la vida adulta no lineal. La primera parte, muestra algunos paradigmas teóricos sobre el curso de vida y desde este enfoque se circunscriben los conceptos de trayectorias y transiciones. En la segunda parte, desde el enfoque del curso de vida se describe a la juventud como objeto de estudio. Seguido, se da una mirada de los factores determinantes de las trayectorias de emancipación en tiempos de crisis, finalizando con una descripción de las trayectorias y transiciones de las y los jóvenes rurales en Colombia, desde el enfoque del curso de vida. Se presentan recomendaciones sobre la importancia de realizar nuevas investigaciones para identificar y definir las tipologías de trayectorias lineales y no lineales de acceso a la educación superior de los jóvenes rurales en Colombia, con el fin de conocer la formación de las trayectorias discontinuas en materia de acceso a la Universidad e identificar nuevos perfiles de los estudiantes con trayectorias no lineales como categoría analítica y conceptual.
2. Algunos paradigmas teóricos sobre el curso de vida
Antes de plantear el debate teórico, es necesario delimitar qué se entiende por el enfoque del curso de vida. Este enfoque analiza cómo los fenómenos económicos, sociales, demográficos, culturales, históricos van configurando la vida de los individuos a través de la articulación entre la historia y la biografía y las trayectorias de vida de los individuos que conforman una sociedad (Blanco, 2011; Elder y Giele, 2009; Lynch, 2105).
Desde la perspectiva del curso de vida se puede hacer referencia a dos conceptos: trayectorias y transiciones, dichos conceptos de trayectorias y transiciones han sido trasferidos desde la escuela del desarrollo y replanteados por diferentes autores a partir de las características del contexto.
Para Ordoñez (2016) la trayectoria es entendida como el curso de la vida, relacionada con eventos de larga duración que se encuentran entrelazados y abarcan una variedad de ámbitos a lo largo de su existencia: escolar, profesional, laboral, familiar, etc. Por el contario, una transición incluye eventos de corta duración que no están predeterminados y que conducen a ciertos cambios en la vida donde se asumen otros roles, derivando nuevos retos -i.e. ingreso y salida del sistema educativo, del mercado laboral, cambio de estado civil, etc.
En el tránsito a la adultez existen algunos determinantes que conducen a la independencia caracterizados por el proceso de individualización y desestandarización. El concepto de individualización de acuerdo con Beck y Beck-Gernsheim (2003), es entendido como la independencia progresiva en las decisiones del individuo que presupone un individuo que asume obligaciones y responsabilidades, tales como abandonar el hogar familiar, culminar los estudios, vincularse al mercado laboral, formar un hogar. En cuanto al concepto de desestandarización según Du Bois Reymond y López Blasco (2004), hace referencia al proceso mediante el cual los individuos siguen itinerarios más complejos, con un mayor grado de flexibilidad e-i., un individuo puede abandonar los estudios y retomarlos más adelante, tener varios trabajos, entre otros.
En el siglo XIX, las transiciones no se daban de una manera secuencial ni generalizada -i.e. la transición a la adultez no dependía de la edad sino de las necesidades familiares, con la evolución de las sociedades el curso de la vida pasó a estar en función de la edad. A mediados del siglo XX, comienza a darse una regulación y estandarización cronológica de este enfoque a través de la institucionalización -i.e. la estructuración del sistema escolar, el sistema pensiones y jubilaciones, lo que facilitó un nuevo tipo de regulación social (Lynch, 2105).
A comienzos del siglo XXI, el enfoque del curso de vida comenzó a cobrar mayor presencia en la socio- demografía. Durante las últimas décadas se ha escrito bastante sobre las transiciones a la vida adulta de los jóvenes, enfatizadas en los cambios asociados con el significado de la familia dada su conexión entre los procesos de cambio social y la vida individual. Por otra parte, desde la perspectiva económica se observa la incidencia de factores tales como la educación, la situación ocupacional, la vivienda, las políticas públicas y los recursos disponibles (Becker et al., 2010; Elder et al., 2003).
Ahora bien, los estudios realizados en el marco del enfoque del curso de vida señalan que la mayoría de estas investigaciones se han desarrollado en países de Europa Occidental, Estados Unidos y Canadá (Cavalli, 2012).
3. El enfoque del curso de vida: la juventud como objeto de estudio
Una aproximación a la sociología de la juventud, desde la perspectiva de los itinerarios y trayectorias con un enfoque biográfico busca articularse en un trilema donde la sociedad se configura como una estructura, los hombres y las mujeres como actores sociales y las generaciones como el resultado de los procesos históricos que están en un cambio constante (Casal et al., 2006).
En ese sentido, Casal et al. (2006) afirman que la juventud es comprendida como un tramo biográfico que hace parte del ciclo vital o etapa de la vida. La sociología propone cuatro etapas de la vida del individuo: infancia, juventud, vida adulta y vejez, que se da cuando se emancipan las pautas del tramo de la infancia adoptando otras propias de la vida adulta. Así las cosas, el proceso de emancipación familiar muestra el fin de un tramo y el inicio de otro, donde el itinerario de la trayectoria supone otro camino para considerar el proceso de transición de los jóvenes a su vida adulta y la inserción al campo profesional y ámbito social; sin embargo, existen diferentes itinerarios y emancipaciones de diferente índole que subyacen de los diferentes efectos sociales y familiares, determinantes en la clasificación del individuo.
De otra parte, los itinerarios y trayectorias de los jóvenes tienen un estrecho vínculo con los determinantes de origen social (estructura social, histórica, cultural, étnica) los cuales se encuentran presentes en el tramo de su biografía (entorno familiar, rupturas socioemocionales, entre otros) los cuales pueden modificar su toma de decisiones -i.e., en el contexto de la emancipación plena familiar se circunscriben por la movilidad laboral, las rupturas familiares, la vida en pareja, el acceso a vivienda propia, entre otros. Así mismo, existen emancipaciones intermedias donde los jóvenes reciben apoyo económico y supervisión de sus padres.
Ahora bien, para Casal y colaboraadres (2011) en el proceso de transición a la vida adulta existe incertidumbre causada en parte por la ausencia de decisión de los jóvenes quienes no tienen certeza sobre su futuro en relación con el trabajo, la vivienda, los compromisos, entre otros. Históricamente la transición de la juventud a la vida adulta era considerada como un proceso lineal y natural de las biografías, pero dados los constantes cambios sociales e institucionales, han causado pérdida de la linealidad de los itinerarios en el marco de educación, la ocupación, el hogar y los hijos.
Dicho lo anterior, los jóvenes han dejado de experimentar las trayectorias lineales debido a la pluralización de las actividades académicas, laborales y vitales derivadas de la creciente incertidumbre por los cambios sociales y transformaciones culturales que ha venido sacudiendo la última era, dejando en riesgo los actuales itinerarios y las identidades colectivas.
El impacto de la globalización del mercado laboral ha generado una fractura en el mismo en materia de salarios y la estabilidad laboral, lo que ha afectado de manera particular a la juventud, quienes han expresado su preocupación ante la postergación de sus trayectorias profesionales. En línea con lo anterior, Kathleen M.H. (2010) afirma que el deterioro del mercado laboral aunado a las escasas políticas sociales ha derivado una creciente precariedad económica y laboral, convirtiéndose en objeto de estudio. De igual manera, para Moreno et al., (2012) las permanentes crisis retrasan la información de los jóvenes al mercado laboral derivando así una emancipación tardía de los contextos familiares.
Del mismo modo, Du Bois y López (2004) y Du Bois-Reymond et al. (2002) concuerdan con los principales cambios que perciben los jóvenes durante el proceso de su ciclo vital, en el cual se destacan los siguientes:
la juventud tarda más tiempo en el proceso de transición de su ciclo vital -i.e., le toma más tiempo a la juventud finalizar su formación académica, vincularse al mercado laboral, iniciar una familia, tener vivienda propia, etc., lo cual, según los demógrafos, puede ser causado por efectos económicos como incremento del desempleo, trabajo precario, flexibilidad del mercado laboral, entre otros.
la pérdida de linealidad en los itinerarios vitales, como resultado de los diferentes obstáculos que existen entre las diferentes fases vitales dando paso a nuevas categorías las cuales coexisten simultáneamente, situaciones que históricamente eran atribuibles a otras etapas vitales -i.e., un joven puede ser estudiante y a su vez tener responsabilidades familiares, vivir con sus padres y,
la individualización de las trayectorias de ciclo vital donde se introducen nuevos modelos que se traduce en la pérdida de la institucionalidad, quebrantando así los esquemas tradicionales.
Es decir, cuando la institucionalidad es débil es poco probable que las transiciones se den de manera ordenada y secuencial tal y como ocurre en contextos de crisis económicas, inestabilidad y precariedad laboral, entre otros. El hecho de posponer o adelantar el cambio de roles, o de invertir la secuencia de estos, tiene efectos que inciden no sólo en las configuraciones particulares más inmediatas de los jóvenes, sino que condicionan gran parte de su trayectoria futura durante todo su ciclo de vida.
4. Factores determinantes de las trayectorias de emancipación en tiempos de crisis
El contexto de emancipación puede ser comprendido a través de la manera como los jóvenes configuran sus transiciones educativas, laborales, familiares a través del régimen de bienestar. Para autores como Esping-Andersen (2000) y Navarro (2006) el concepto de régimen de bienestar refiere a la combinación de prácticas para la asignación de recursos en una determinada sociedad, entendido básicamente como el conjunto de instituciones públicas que buscan mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y promocionar la igualdad de oportunidades de la sociedad.
El mundo adulto se deriva de las configuraciones y experiencias vividas durante la etapa de vida de la juventud; por tanto las y los jóvenes que en la actualidad tienen entre 15 y 29 años, nacidos entre1992-2006, lo hicieron en un período de alta inestabilidad económica, política y social. En ese sentido, quienes hoy en día tienen 15 años vivieron esta situación siendo niños, mientras que aquellos quienes tienen 29 años vivieron dos experiencias: los fenómenos económicos, sociales y políticos y sus secuelas que identifican a este colectivo por generaciones, como los actuales millennials (Yepes, 2018).
Para la década de los años 90, América Latina atravesaba un periodo de vulnerabilidad derivado de la fuerte crisis económica y financiera externa por la que atravesó en los años 80, tales como la flexibilización del trabajo, el aumento de la informalidad y un descenso del poder adquisitivo, entre otros.
Para contrarrestarlo, algunos países de América Latina pusieron en marcha programas de compensación social para mitigar los efectos sociales de la crisis, con programas focalizados en los sectores más vulnerables que produjeron transformaciones institucionales de enorme magnitud. El resultado de la investigación de Martínez (2008) categoriza los países de América Latina en tres conglomerados con resultados decrecientes tanto de cobertura como en esfuerzo fiscal: en primer lugar se encuentra: Argentina, Chile, Costa Rica y Uruguay; seguido de: Brasil y México; en tercer lugar: Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Únicamente Las políticas sociales del primer grupo fueron consideradas exitosas.
Para analizar el fenómeno de la emancipación juvenil en el ámbito de la sociología de la juventud, se han desarrollado diversos planteamientos teóricos que se insertan en paradigmas más amplios, como el de las teorías del conflicto, los enfoques analíticos y funcionalistas, de autores como, Beck, Bourdieu y Giddens. Las y los jóvenes ahora buscan formas alternativas de adquirir su propia autonomía e identidad al margen de seguir una secuencia lineal de abandonar el hogar familiar, culminar los estudios, vincularse al mercado laboral, adquirir independencia y conformar una familia. Dejar la casa familiar alcanza un nuevo significado tanto para la sociología de la juventud como para los jóvenes.
En ese sentido, este trabajo incorpora una caracterización, con el fin de hacer un acercamiento a los diferentes modelos de regímenes de bienestar dentro de la Unión Europea y América Latina y poder distinguir así las diferentes tendencias, relacionadas con el cambio social y los procesos de emancipación.
El régimen transicional nórdico (Social demócrata/universalista) Suecia, Dinamarca, Finlandia | El régimen transicional continental (conservador/corporativista) Alemania, Francia y Países Bajos | El régimen transicional anglosajón (Liberal) Reino Unido e Irlanda | Modelo transicional de los países del sur de Europa(Mediterráneo/ subprotector) España, Portugal, Italia y Grecia |
En este régimen el modelo de bienestar socialdemócrata se caracteriza por: 1) políticas de clase, 2) una economía social y 3) políticas sociales redistributivas. Existe una protección elevada de los derechos de ciudadanía. Los ciclos de la educación universitaria y profesional están integrados y reflejan la individualización de los cursos de la vida de los jóvenes. Las políticas laborales están orientadas a favorecer la seguridad y la motivación individual en el empleo. Además, cuentan con un amplio abanico de políticas familiares y de género que han contribuido al desarrollo del sector público, al empleo femenino y la igualdad de género. | En este régimen de bienestar corporativista se caracteriza por: 1) una política de grupos organizados, 2) una economía de tipo comunitaria, y 3) políticas sociales mutualistas. La visión corporativista, es la de la familia patriarcal, la mujer dedicada a los cuidados del hogar. Los países que mantienen este régimen se centran en el empleo, sin embargo, la cobertura depende del tipo de categoría profesional. Se caracteriza por tener un sistema educativo inclusivo y selectivo, con un aprendizaje estandarizado y orientado al empleo. La consecuencia de esta política educativa y laboral es la diferenciación de dos colectivos de jóvenes: los que siguen regularmente los itinerarios de formación y de empleo, y los que no los siguen y por ello están destinados a intervenciones de asistencia social. | El modelo de bienestar liberal se caracteriza por: 1) una política liberal, 2) una economía capitalista, y 3) políticas sociales residuales . En este régimen la cobertura social y la protección del empleo son más limitadas. Hace particular hincapié en la responsabilidad individual del joven para procurarse su bienestar mediante una inserción laboral rápida y estable. Su mercado de trabajo se caracteriza por una gran flexibilidad. El empleo femenino es elevado, pero tiende a ser a tiempo parcial y en ocupaciones poco cualificadas. | Este régimen se caracteriza por la deficiencia de políticas de juventud para impulsar las transiciones residenciales, la rigidez del sistema educativo en cuanto a la elección de las trayectorias formativas (estudios superiores y universitarios) así como la carencia de itinerarios adecuados que favorezcan las transiciones desde los ciclos escolares y académicos al mercado de trabajo. Este desajuste entre educación y trabajo acentúa la dependencia familiar de los jóvenes como respuesta a las limitadas ayudas institucionales. |
La política social tradicional en Ámerica Latina se ha enfocado, en mayor medida, hacia el sector salarial. En relación con el desarrollo del modelo de seguridad social este se ha dado de manera fragmentada, como resultado de algunos problemas financieros que sufrió la región a comienzo de la década de los años 80 y que se agravaron a causa de la crisis económica, dando paso así a una serie de profundas reformas de las políticas sociales como lo fue la privatización, la focalización y la descentralización (Navarro, 2006).
Régimen Universalista de tipo dual México y Brasil | Regímenes Universalista de tipo estratificado Uruguay, Chile, Argentina y Costa Rica | Régimen Universalista de tipo excluyentes Salvador, Guatemala y Nicaragua |
Los países con regímenes universalistas de tipo dual la cobertura de protección social se centró en las áreas urbanas, acompañada por procesos de desafiliación que afectó a quienes vivían tanto en las áreas metropolitanas como quienes vivían en zonas rurales, sufriendo mayores niveles de exclusión. Es decir, que apróximadamente tan sólo la mitad de la población está protegida por los sistemas sociales. El desarrollo económico de estos países se ha caracterizado por una elevada heterogeneida territorial, favoreciendo la desprotección de amplios sectores con una baja intensidad democrática favoreciendo el dualismo (Barba, 2007; Filgueira, 2005). | Los países con régimen universalista de tipo estratificado se han caracterizado por un desarrollo temprano de bienestar donde casi la mayor parte de la población está cubierta por mecanismos de protección social, con algunos efectos redistributivos, aunque preserven una fuerte estratificación de los grupos ocupacionales y condiciones de acceso a los diferentes mecanismos, lo que generalmente caracteriza este régimen. Otra característica de los países con este régimen son los procesos de expansión en materia laboral, salud y educación, donde lograron niveles altos de protección pública (Barba 2007; Martínez, 2006). | Los países con este régimen universalista cuenta con mercados excluyentes de seguridad social, en particular para las mujeres, con niveles de cobertura bajos y un escaso desarrollo institucional, beneficiando solamente a las oligarquías, apropiándose de los beneficios sociales y del aparato estatal (Barba 2007; Martínez 2008). Las mujeres continúan desempeñando un rol de cuidadoras con una alta demanda, debido al incremento en las tasas de fecundidad y escasa inversión social. |
En síntesis, los regímenes de bienestar en Latinoamércia eran débiles en política social y económica lo que generó una gran desigualdad combinada con insuficiencia en la generación de ingresos y escasa presencia del Estado. Si bien en décadas recientes, América Latina ha realizado notables esfuerzos para fortalecer los sistemas de salud, estos siguen siendo débiles y su capacidad para enfrentar situaciones como la pandemia Covid 19 sigue siendo muy desigual (Carfi et al., 2020).
En ese sentido, en un contexto de crisis como la Covid 19, la situación laboral se convierte en un factor determinante para determinar las decisiones de emancipación juvenil, donde la incertidumbre laboral ha venido aumentado a nivel mundial. Mills et al. (2005) afirman que las experiencias de los jóvenes en el mercado laboral son factores determinantes para configurar sus expectativas de independencia y sus perspectivas de emancipación y constitución de un nuevo núcleo familiar.
En España, según datos de la Oficina de Estadística Europea (Eurostat, 2021) la tasa de paro juvenil a junio de 2021 se ha incrementado hasta ubicarse en el 37,1%. Para finales de 2020, estaba ubicada en el 38,3%, seguido de Italia con un 29,1% y, en el tercer lugar, Colombia, donde la tasa de desempleo juvenil llegó al 27,5%. En América Latina, Chile entró a ocupar el cuarto lugar con una tasa del 24,8%.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE, 2020 ) el alto número de jóvenes desempleados en América Latina para 2020 fue resultado del impacto que tuvo la pandemia en materia de contratación, pues quienes estaban ocupados temporalmente no recibieron renovación de sus contratos, elevando las tasas de desempleo a unos niveles que no se veían desde 1978.
En el caso de Canadá y Estados Unidos, las cifras de desempleo juvenil fueron del 20% y 15,1%, respectivamente. Finalmente, la OCDE destacó una tasa de desempleo juvenil para Japón y Alemania del 4,2% y 6,2% respectivamente, y los destacó como los países del área que generan mayores oportunidades.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2021) ha alertado sobre las graves consecuencias de la crisis económica y social causada por el COVID-19 en la región. Se ha previsto que, a causa de la pandemia, uno de cada dos niños, niñas y adolescentes en América Latina, se encontraría en situación de pobreza monetaria en 2020. Esto puede afectar sus trayectorias educativas y de aprendizaje, el acceso a una alimentación adecuada y su situación de salud, e incluso puede conducir a un incremento del trabajo infantil. Por ello, la consolidación de sistemas universales e integrales de protección social sensibles a la infancia se torna más urgente que nunca.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2015) en América Latina y el Caribe, 1 de cada 5 hogares alquila su vivienda, siendo Colombia el país donde más se da esta situación (1 de cada 3). La decisión de alquilar una vivienda en lugar de comprarla no depende únicamente de factores económicos, sino también incluye los ciclos de la vida. Existen otras causas que determinan la decisión de alquilar vivienda y que están relacionadas con la precariedad laboral, la cual, afecta de manera especial a las y los jóvenes, dilatando la emancipación juvenil e independización familiar.
En España, de acuerdo con la Sociedad de Tasación la inestabilidad del mercado laboral es el principal obstáculo para que las y los jóvenes accedan a la vivienda. En ese escenario, la edad de emancipación en promedio es de 29.3 años, siendo una de las más altas de Europa, dada la media europea que es de 26 años (Ravelo, 2019).
En México, la emancipación juvenil ocurre, en promedio, a los 28 años. En Brasil las y los jóvenes se independizan a los 25 años; en Colombia y Chile a los 27 años; en Argentina a los 28 años; y en Perú, a los 29 años (Ravelo, 2019).
Desde esta perspectiva, se requieren de nuevos instrumentos metodologícos y teóricos que permitan analizar de manera más apropiada este tipo de trayectorias que difieren del modelo tradicional sobre todo a partir de la crisis de la pandemia de la Covid 19 donde se identifica a este grupo colectivo juvenil como uno de los más vulnerables.
5. Curso de vida: trayectorias y transiciones de los jóvenes rurales en Colombia
En Colombia, las trayectorias de las y los jóvenes rurales se vuelven fluctuantes debido -i.e. a la baja cobertura de la educación media y superior, insuficiente desarrollo de infraestructura, ubicación geográfica, escasas oportunidades para el desarrollo y una inserción económica y social en los diferentes contextos territoriales, entre otros, lo que ha generado según la literatura, migraciones a las ciudades metropolitanas.
De otra parte, otro determinante de estas fluctuaciones en las trayectorias juveniles puede estar explicado por el seno familiar donde nacieron, lo que determina inclusive las oportunidades a las que pueden acceder, ya que las y los jóvenes suelen tener aspiraciones por desarrollar estudios universitarios después de graduarse del colegio; sin embargo, debido a las dificultades de las familias en relación con los ingresos, en algunas oportunidades se ven obligados a iniciar otros estudios de educación post-media y permanecer con sus familias después de cumplir la mayoría de edad.
Paugman (como se citó en Travida, 2018) plantea que la trayectoria en términos del desarrollo profesional concede capacidades a los individuos para planificar su futuro y generar estrategias que le permitan integrarse social y profesionalmente.
Algunos autores coinciden que para hacer tránsito hacía el mercado laboral, reducir la precariedad laboral, encontrar estabilidad y reducir las brechas de informalidad, es necesario incrementar el nivel de educación, adquirir capacidades para emanciparse y disminuir las brechas sociales y futuras inequidades (Bonfil, 2001; Boyd, 2014; Gutiérrez et al., 2014).
Ospina (2019) señala que algunas trayectorias comienzan a ser más comunes sin estar generalizadas en la población rural. Estas trayectorias denominadas trayectorias emergentes corresponde a las y los jóvenes rurales que han culminado sus estudios universitarios, se encuentran altamente calificados y deciden retornar a su lugar de origen ya sea porque quieren mantener sus vínculos después de haber experimentado su vida en las ciudades o porque quieren establecerse allí y generar proyectos para la comunidad a partir de su experticia y conocimientos.
En otros casos, las y los jóvenes en la búsqueda por intentar romper con el ciclo de corrupción en sus municipios o lugares de origen deciden iniciar su participación política fuera de las prácticas tradicionales por lo que el trabajo comunitario aparece como una forma de participación que cada vez toma más fuerza. Por otro lado, debido al cambio climático ahora es más latente la preocupación que sienten las y los jóvenes rurales por el medio ambiente y los cambios en las tradiciones nutricionales que ello ha generado, debido a que son ellas y ellos los que han evidenciado directamente los cambios que la humanidad ha generado en sus ecosistemas.
Es así como este colectivo trata de encontrar el camino para recuperar sus tradiciones, su identidad, visibilizar su cultura, mostrándose interesados en proyectos que logren vincular a las nuevas generaciones con el fin de no perder sus raíces, las cuales se han ido difuminando con la evolución de las sociedades.
Por último, aparece como trayectoria emergente la postergación del matrimonio, dada la gran incertidumbre sobre la vinculación al mercado y la estabilidad laborales, por lo que prefieren no tener hijos en un futuro cercano. Esto se ha traducido en un cambio en la composición de la estructura demográfica del país y las nuevas tendencias en la toma de decisiones, relacionadas con sus preferencias de aprendizaje, estilos de vida, entre otros.
Así las cosas, los proyectos de vida de las y los jóvenes rurales giran en torno a la educación como generadora de oportunidades, los ingresos y retornos que le permite mejorar su calidad de vida y al territorio donde esperan establecerse y establecer sus proyectos con el fin de lograr una transformación en sus territorios, por tanto, debido al dinamismo de sus trayectorias y por lo explicado anteriormente no existe una linealidad en las mismas.
Es preciso anotar que para 2016, Bogotá D.C. concentró el 21% de las y los estudiantes que provienen de las zonas rurales del país, convirtiéndose así en el mayor receptor de estudiantes provenientes de zonas rurales matriculados en educación superior, seguido por Antioquia con el 12% y Cundinamarca con el 7%. Esta distribución tiene una relación directa con los lugares donde se encuentra la mayor oferta de educación superior del país (Ministerio de Educación Nacional, 2018).
De acuerdo con el Ministerio de Educación Nacional (MEN, 2018) el comportamiento de la tasa de tránsito inmediato a educación superior según la zona de residencia del estudiante, de 376.000 jóvenes provenientes de la zona urbana que cursaron grado 11 para el año 2015, el 42,6% lograron hacer tránsito inmediato a la educación superior en 2016. En relación con las y los jóvenes provenientes de las zonas rurales, de 108.507 jóvenes que cursaron grado 11 para el año 2015, tan solo el 22,0% lograron hacer tránsito inmediato a educación superior. Así las cosas, esta situación deja en evidencia la amplia brecha que existe en el acceso a educación superior para la población de las zonas rurales del país.
Según el Ministerio de Educación Nacional, los motivos que explican el por qué las y los jóvenes no hacen tránsito inmediato a la educación superior una vez culminados sus estudios de educación media son los siguientes: a) limitados recursos económicos, b) falta de orientación vocacional que permita a las y los jóvenes tomar una decisión frente a su trayectoria profesional, c) preferencia por programas de Educación para el Trabajo y el Desarrollo Humano, d) falta de interés para continuar el proceso de formación una vez finalizada la educación media, e) interés o necesidad de vincularse al mercado laboral, f) aplazamiento del ingreso a la educación superior por razones tales como el servicio militar, g) deseo de las y los jóvenes de tener un receso una vez finalizada la educación media, h) resultados bajos en las pruebas de estado SABER 11 o en las pruebas realizadas por las Instituciones de Educación Superior- IES para ingresar a los programas seleccionados, entre otras (Ministerio de Educación Nacional, 2018).
De otra parte, no hay una demanda potencial en educación superior toda vez que el capital humano no adquiere las competencias necesarias y no termina la educación básica y media en las zonas rurales, de acuerdo con el Censo Nacional Agropecuario el nivel educativo máximo alcanzado por la población rural está en 54.1% en primaria, además, el promedio de permanencia en el sistema educativo es de 5.5 años, lo cual evidencia la innegable necesidad de fortalecer el sistema educativo en las zonas rurales, no solo en niveles de educación superior, sino también los niveles de Preescolar, Básica y Media. Por otro lado, se encuentran limitantes familiares socioeconómicas que dejan la educación de última en orden de prioridad (Ministerio de Educación Nacional, 2018).
A partir de lo expuesto anteriormente, se evidencia que en Colombia las trayectorias de las y los jóvenes rurales no encajan con el habitus institucional. Algunos autores han abordado la educación y el trabajo, coincidiendo en que la educación es fundamental para hacer tránsito hacía el mundo laboral, en términos de poder adquirir las herramientas, habilidades y conocimientos que les permitirá obtener un trabajo digno, reduciendo la informalidad y precariedad laboral, adquirir capacidades para emanciparse reduciendo brechas sociales y futuras inequidades.
6. Conclusiones y Recomendaciones
Las trayectorias y los itinerarios de los jóvenes rurales en Colombia cada vez son más complejas y diversificadas con una creciente incertidumbre propias de una sociedad dinámica y cambiante, lo que se traduce en un tránsito de la etapa de la juventud a la vida adulta no lineal. Dicho esto, se evidencia no solo una alta movilidad geográfica (migración y retorno) de los jóvenes rurales colombianos sino también un dinamismo en sus proyectos de vida los cuales cambian según las condiciones económicas, laborales, sociales que enfrentan, lo que los obliga a replantear de manera constante sus proyectos, repitiendo en ocasiones las transiciones, limitando su capacidad de agencia.
A modo de reflexión, los proyectos de vida de este colectivo juvenil giran en torno a la educación como generadora de oportunidades, donde la familia tiene un peso significativo como determinante de las trayectorias de los jóvenes rurales. Se recomienda profundizar el análisis de las trayectorias educativas de acceso a la educación superior con un mayor énfasis en la construcción de las trayectorias no lineales de las y los jóvenes rurales en el caso de Colombia, que permita identificar las diferentes dimensiones de incrementan la desigualdad social de las trayectorias biográfico-educativa y su repercusión en las diferentes etapas de las trayectorias.
Finalmente, se recomienda identificar y definir las tipologías de trayectorias lineales y no lineales de acceso a la educación superior de las y los jóvenes rurales en Colombia con el fin de conocer la formación de las trayectorias discontinuas en materia de acceso a la universidad las cuales tienen una casuística particular, estableciendo no solo diferencias en el perfil social, la edad, la región, entre otros, sino que permitirá identificar nuevos perfiles de los estudiantes con trayectorias no lineales como categoría analítica y conceptual desde el enfoque del curso de vida. Para ello se sugiere reconstruir la biografía de jóvenes rurales con trayectorias no lineales de acceso a la educación superior y diversas tipologías, haciendo mayor énfasis en la manera cómo lograron construir la trayectoria y la experiencia vivida una vez logran hacer tránsito a la Universidad.
Agradecimientos
Los objetivos del artículo hacen parte del insumo analítico para la realización del trabajo de investigación del doctorado en Análisis de Problemas Sociales en la UNED- Universidad Nacional de Educación a Distancia en Madrid, España, bajo la dirección del Doctor Julio Bordas (jbordas@poli.uned.es) y codirectora la Doctora María Paz Peña García (mppena@jaen.uned.es). En este sentido, el presente documento es una instancia preliminar de una investigación en curso que indaga acerca de las Trayectorias formativas y prácticas laborales de jóvenes universitarios: El caso de un proyecto de educación rural en Colombia (2014 – 2020).
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